Quiero compartir en este blog, devocionales de la palabra de Dios, estudios de la misma, algunas prédicas de buena y sana doctrina. También algunos escritos propios o de algún otro autor, siempre mencionando la fuente y otras cuestiones de interés, Dios nos bendiga a todos. Amén!
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Jesucristo ...El Maestro por Excelencia
1
Jesucristo: el Maestro
por excelencia
Lucas 4:31-37; 5:1-3
31 Descendió Jesús a Capernaum,
ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.
32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con
autoridad.
33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó
a gran voz,
34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres,
el Santo de Dios.
35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces
el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le
hizo daño alguno.
36 Y estaban todos maravillados,
y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que
con autoridad y poder manda a
los espíritus inmundos, y salen?
37 Y su fama se difundía por
todos los lugares de los contornos.
1 Aconteció que estando Jesús
junto al lago de Genesaret, el
gentío se agolpaba sobre él para
oír la palabra de Dios.
2 Y vio dos barcas que estaban
cerca de la orilla del lago; y los
pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes.
3 Y entrando en una de aquellas
barcas, la cual era de Simón, le
rogó que la apartase de tierra un
poco; y sentándose, enseñaba
desde la barca a la multitud.
La autoridad de Jesucristo exige la completa obediencia a Sus enseñanzas.
«Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad»
(Lucas 4:32).
La lección en resumen
4 Seguidores del Maestro
Jesucristo es el ejemplo por
excelencia. Su excelencia consiste
en Su sabiduría y en Su autoridad.
Jesús tenía una aptitud divina para
interpretar la verdad, aplicarla a situaciones presentes y así estimular
el aprendizaje en Sus oyentes.
Uno de los o cios de más
importancia en nuestras iglesias
hoy día es el de enseñar. Nadie
ejerce una in uencia tan grande
sobre el espíritu y la vida de la
congregación como lo hacen los
maestros. Todo maestro cristiano
halla en Cristo el modelo ideal. Si
Dios le ha dado a usted el puesto
de maestro, estudie esta lección
detenidamente con un corazón
abierto, a n de que el Maestro
divino le enseñe.
El Maestro
Cristo no era maestro de
profesión. Lo primero que nos
impresiona de Jesús como maestro
es que no escogió la profesión de
maestro (es decir, de rabí). Dicha
profesión estaba bien establecida
en Sus días y era honrada grandemente. Los maestros componían
la clase culta de la sociedad; eran
escrupulosamente preparados.
Casi todos mostraban (cuando menos en lo externo) una obediencia
exacta a la ley que enseñaban.
Pero Jesucristo no recibió preparación alguna para llegar a ser rabí.
Raras veces se re rió a Sí mismo
como maestro.
Jesucristo fue un artesano
convertido en maestro. Desde el
punto de vista del judaísmo ceremonioso, era una persona inculta
que se daba el derecho de enseñar.
Muchos que lo conocían bien se
sorprendieron al ver Su sabiduría
y Su habilidad para enseñar. Le
recordaban como carpintero, no
como maestro.
Su manera de enseñar
Cristo enseñaba a cualquiera,
en dondequiera. Enseñaba al
aire libre, en las calles, a la orilla
del mar, al lado de un pozo de
agua, y en el campo abierto más
allá del Jordán. Enseñaba en el
patio del templo y en hogares
particulares.
Jesucristo con frecuencia tomó
el tiempo para enseñar a individuos en privado. Estaba siempre
dispuesto a recibir a toda persona.
Se entrevistó con un gran erudito
de la ley llamado Nicodemo
(Juan 3). Conversó con una
mujer samaritana (Juan 4). Tuvo
un encuentro con el joven rico
(Lucas 18). Mostró misericordia
a un mendigo ciego (Marcos 10).
Su profundo y sincero interés en
cada ser humano lo coloca como
el Maestro de maestros.
Lecturas bíblicas
lunes: Marcos 1:21-28
martes: Mateo 7:24-29
miércoles: Juan 7:37-46
jueves: Marcos 6:1-6
viernes: Juan 3:1-3
sábado: Mateo 5:1-12
Meditación devocional
Palabras de vida eterna
Juan 6:67-71Seguidores del Maestro 5
Cristo enseñaba con sencillez.
Al leer Sus palabras nos enteramos
que no hablaba con formalidad. Su
objetivo era salvar a los perdidos,
no dar discursos elocuentes. No
hizo esfuerzo alguno para aparecer
como re nado y culto ante Sus
oyentes. Hablaba directamente al
corazón humano. La gente común
solía escucharlo por horas enteras,
olvidándose aun de la comida.
Generalmente, las palabras
de Jesucristo eran gurativas más
que literales. Nos ofrecen guras
comunes, ilustraciones prácticas y
una variedad de dichos. He aquí
algunas de las expresiones que
producían un gran interés en los
que escuchaban a Jesús: «…sed,
pues, prudentes como serpientes,
y sencillos como palomas» (Mateo
10:16). «Vosotros sois la sal de la
tierra…» (Mateo 5:13). «Más fácil
es pasar un camello por el ojo de
una aguja, que entrar un rico en el
reino de Dios» (Marcos 10:25).
Jesucristo enseñaba sin temor.
Frases fuertes, audaces e inolvidables salieron de los labios del
Señor Jesús. Dio Su aprobación
a lo bueno y noble, condenó el
pecado, denunció la hipocresía y
llamó a los pecadores al arrepentimiento. A muchos no les gustó Su
mensaje. Muchos lo odiaban. Pero
nada que lo amenazaba cambió
Su manera de enseñar ni la verdad
que revelaba.
Enseñaba con autoridad. Se
dijo que «les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como
los escribas» (Mateo 7:29). El
público en general hacía una clara
distinción entre las enseñanzas de
Jesucristo y las de los escribas.
Éstos hacían hincapié en las
tradiciones de sus antepasados;
Jesús, por otra parte, hablaba de
las verdades de Su Padre. Para
tener autoridad, ellos citaban y
enfatizaban las palabras de los
maestros de antaño; Jesús hacía
uso de autoridad propia y enfatizaba Su relación con el Padre.
Ellos ofrecían un buen consejo;
Él hacía demandas a las que uno
tenía que responder.
Jesús hablaba con una majestad
y una seriedad que producían
convicción. Era lo que se había
profetizado sobre Él. Dios había
anunciado «…pondré mis palabras en su boca…» (Deuteronomio
18:18). Hablando las palabras
mismas de Dios, Jesucristo habló
con poder. Aun Sus enemigos
dijeron: «Maestro, sabemos que
eres amante de la verdad, y que
enseñas con verdad el camino de
Dios, y que no te cuidas de nadie,
porque no miras la apariencia de
los hombres» (Mateo 22:16).
El tema de Su
enseñanza
El evangelista Marcos resume
el tema de la enseñanza de Jesús
con estas palabras: «…el reino de
Dios se ha acercado; arrepentíos,
y creed en el evangelio» (Marcos
1:15). Había cuatro grandes verdades en esta proclamación:
El reino de Dios ha venido.
Esto no se trataba de una supremacía política de parte del pueblo
judío, como se pensaba, sino del
gobierno espiritual de Dios para
la redención de la humanidad.
6 Seguidores del Maestro
Por lo tanto, Jesucristo dijo: «…el
reino de Dios está entre vosotros»
(Lucas 17:21). El evangelio de
Jesucristo es el evangelio del reino
de Dios.
El perdón de los pecados se
hace posible. Una parte extensa
de la enseñanza de Jesús se dedicó
al pecado: su realidad, su peligro
y su remedio. Enfatizó que en Él,
el Padre había hecho provisión
para la solución del problema
del pecado. Cristo «vino a buscar
y a salvar» a los que estaban
perdidos (Lucas 19:10). Como el
pastor busca a su oveja extraviada,
como el padre anhela el retorno
de su hijo pródigo, así Dios ama
a los pecadores. Al venir a Cristo,
uno viene a Dios. Al rechazar a
Cristo, uno rechaza a Dios. Todos
los que han venido al Salvador
han encontrado perdón y vida
eterna.
Hay peligro de juicio eterno
para los que lo rechazan. Mateo
7:24-29 relata cómo dos hombres
se hicieron cada uno una casa.
Uno construyó sobre una roca
rme, y el otro edi có sobre la
arena. Una tormenta terrible azotó
a ambas casas. La que carecía de
un fundamento sólido se cayó
mientras que la que fue construida
sobre la roca permaneció rme.
Jesucristo cali có a uno de los
hombres como oyente y hacedor
de Sus dichos, y al otro como
oyente pero no hacedor de Sus
palabras (Mateo 7:24, 26). Las
dos casas fueron probadas y su
fundamento señaló el n de una de
ellas. Jesús dijo que el n de la era
traería una prueba semejante para
cada persona. ¿En qué fundamento
se apoya usted?
Se extiende un llamamiento al
discipulado a los que aceptan a
Cristo. Ser discípulo de Jesucristo
es más que concordar con Sus
enseñanzas, aceptar Su losofía
o participar del compañerismo
con Sus seguidores. Es pedir que
Jesucristo venga a ser la vida de
uno y así toda la vida se viva para
la gloria de Dios (Lucas 9:23). Jesús
no ganó seguidores ofreciéndoles
un camino fácil. Su llamamiento
demandaba de cada discípulo una
entrega absoluta a Él.
Jesucristo fue el gran Maestro
tanto en método como en contenido. Poseía las dos cualidades
esenciales para la buena ense-
ñanza: el dominio completo de la
materia que se presenta y el deseo
ferviente de comunicar claramente
dicha materia a los aprendices, a
n de que ellos reciban provecho
de la enseñanza.
Preguntas
1. ¿Cuál es el título usado por
los judíos para un maestro?
2. ¿Cuál era el o cio de Jesús?
3. ¿Cuáles son algunas de las
características de la enseñanza de Jesús?
4. ¿Cuáles son las dos cualidades esenciales para la buena
enseñanza que Cristo poseía?
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